Thursday, October 10, 2013

Guía de lectura para “El Sacrilegio” y “Hatuey”, de Eduardo Galeano.

1. ¿Cuál es el sacrilegio que han cometido los indios? ¿Según quién es un sacrilegio?
2. ¿Es un ejemplo de barbarie o de civilización enterrar a los dioses? ¿Por qué?
3. ¿Cuál es el dios de los españoles, según Hatuey?
4. Compare estas historias de Galeano con el cuento “El eclipse”, de Monterroso. ¿Encuentra similitudes? ¿Cuáles?


LOS TEXTOS. 

1496 La Concepción

El sacrilegio


Bartolomé Colón, hermano y lugarteniente de Cristóbal, asiste al incendio de carne humana.
Seis hombres estrenan el quemadero de Haití. El humo hace toser. Los seis están ardiendo por castigo y escarmiento: han hundido bajo tierra las imágenes de Cristo y la Virgen que fray Ramón Pané les había dejado para su protección y consuelo. Fray Ramón les había enseñado a orar de rodillas, a decir Avemaría y Paternoster y a invocar el nombre de Jesús ante la tentación, la lastimadura y la muerte.
Nadie les ha preguntado por que enterraron las imágenes. Ellos esperaban que los nuevos dioses fecundaran las siembras de maíz, yuca, boniatos y frijoles.
El fuego agrega calor al calor húmedo, pegajoso, anunciador de lluvia fuerte.
(103)


1511
Yara

Hatuey
En estas islas, en estos humilladeros, son muchos los que eligen su muerte, ahorcándose o bebiendo veneno junto a sus hijos. Los invasores no pueden evitar esta venganza, pero saben explicarla: los indios, tan salvajes que piensan que todo es común, dirá Oviedo, son gente de su natural ociosa e viciosa, e de poco trabajo... Muchos dellos por su pasatiempo, se mataron con ponzoña por no trabajar, y otros se ahorcaron con sus propias manos.
Hatuey, jefe indio de la región de la Guahaba, no se ha suicidado. En canoa huyó de Haití, junto a los suyos, y se refugió en las cuevas y los montes del oriente de Cuba.
Allí señaló una cesta llena de oro y dijo:
—Éste es el dios de los cristianos. Por él nos persiguen. Por él han muerto nuestros padres y nuestros hermanos. Bailemos para él. Si nuestra danza lo complace, este dios mandará que no nos maltraten.
Lo atrapan tres meses después
Lo atan a un palo.
Antes de encender el fuego que lo reducirá a carbón y ceniza, un sacerdote le promete gloria y eterno descanso si acepta bautizarse. Hatuey pregunta:
—En ese cielo, ¿están los cristianos?
—Sí.
Hatuey elige el infierno, y la leña empieza a crepitar.
(102, 103 y 166)

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